De un tiempo a acá, ha crecido la suerte de fertilizar con imágenes nuestros íntimos recuerdos de Fidel. Sea con la recreación personal de su legado de la mano de pintores, o con la revisita de aquella instantánea que nos lo devuelve bañándose de pueblo, sonriente y con su habitual mano en el hombro de su interlocutor.
La más reciente es Fidel entre Nosotros, la muestra personal del desaparecido fotógrafo santiaguero Gerald Duque de Estrada Riera, inaugurada en la tarde del martes 24 de julio en la capitalina Casa del Alba Cultural. En el marco de las conmemoraciones por el 65 aniversario del Asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y del 92 aniversario del natalicio del líder histórico de la Revolución Cubana.
Integrada por 35 impresiones en blanco y negro, de mediano formato, de las decenas de capturas que en 1970 realizara el artista del lente durante el paso del Comandante en Jefe por el oriente del país.
Vemos a Fidel en un jeep acompañado de su siempre fiel Celia Sánchez Manduley o en el salón de la ciudad acompañado de los inolvidables Vilma Espín, Juan Almeida y Armando Hart. Rodeado de anónimos campesinos, obreros, milicianos. Controlando las construcciones del Distrito José Martí, o la campaña cafetalera en un montañoso paraje santiaguero.
Un primer plano lo destaca sonriente, serio o reflexivo; con su mirada escrutadora, volcado en la esencia de lo que le dicen. Con su habitual gorra o con un sombrero de yarey. Rascándose la cabeza, leyendo el periódico o con una cámara en mano.
La exposición coordinada por la Casa Productora de Documentales Mundo Latino y la Galería Arte Santiago, y con el coauspicio de otras instituciones más; fue exhibida a inicios de este año en la Ciudad indómita como parte del Proyecto Imagen Cuba. Este proyecto artístico-cultural, fue creado hace poco más de año para rescatar, conservar y difundir el patrimonio gráfico cubano.
Era la primera vez que se publicaban estas instantáneas, preservadas con celo por la familia del eminente fotógrafo, y que ahora pueden verse en el segundo piso la Casa del Alba. En aquella ocasión [1], Caridad Tomasevich la viuda del fotógrafo, sus hijas y nietos, evocaron “no solo la calidad técnica de sus fotografías sino también la dedicación de Gerald a la Revolución, el excelente ser humano que fue y su esmero en el cuidado y unidad de su familia”.
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